En primer lugar, la hierba es un poderoso aliado en la lucha contra el cambio climático. Absorbe CO2 de la atmósfera durante la fotosíntesis, ayudando a reducir los niveles de gases de efecto invernadero responsables del calentamiento global.

Como resultado, mejora la calidad del aire, ya que las zonas de césped actúan como filtros naturales, atrapando las partículas de polvo y los contaminantes atmosféricos. En consecuencia, contribuyen a mejorar la calidad del aire en las zonas urbanas y suburbanas.

Refrescar las ciudades: Al absorber el calor, las zonas de césped desempeñan un papel esencial en la reducción del efecto isla de calor urbano. Ayudan a mantener temperaturas más frescas en las zonas urbanas, proporcionando un entorno más agradable a los residentes.

Reducción de los gases de efecto invernadero: a diferencia de las superficies impermeables como el hormigón, el césped no contribuye al aumento de la temperatura local. Al evitar el calor excesivo, ayuda a reducir la demanda de aire acondicionado, lo que a su vez reduce el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero.